Hacer cine low cost, todo un mito

[Actualizado 17/06/2017]

En los últimos 5 años, el fenómeno que más me ha llamado la atención ha sido el del cine low cost. Recuerdo que cuando llegó la crisis económica (2007) nadie hablaba de otra cosa que no fuera del low-cost. Normal, al no tener recursos para seguir hacia adelante los profesionales del sector audiovisual optaron por soluciones creativas e innovadoras que empezaron a dar incluso mejores resultados por menos recursos… Descubrimos que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, aletargados en esa utopía. Sin embargo, poco tardamos en irnos hacia el otro lado, hacia el “ahora todo tiene que ser low-cost” de manera obsesionada. Ojo, me he montado en aviones que publicitan “Está usted en un avión que utiliza gasolina ecológica y low-cost” y aunque soy muy ecologista e incluso mi productora se hacía valer por producir con gran calidad por muy bajos costes, cuando leí aquello sentí que tenía que salir corriendo estrepitosamente.

Y ahí lo entendí todo… Aunque estoy segura que volar con esa aerolínea es tan fiable como volar con cualquier otra, también creo que son muchas las personas que utilizan e incluso se arriesgan con ese concepto sin llegar a entender el significado del low-cost en su plenitud.

El low-cost es un oportunidad, es decir, una conveniencia que se da en un tiempo y en un lugar determinado, con un plazo, por lo que resulta ideal para aprovecharlo y realizar una acción. No todo es low-cost, o al menos no se puede seguir aplicando como la regla general sin al menos dotarlo de una mejor explicación.

Captura de pantalla 2015-01-17 a la(s) 13.21.02

Para la industria cinematográfica y audiovisual este concepto ha sido un vuelco interesante hacia otra forma de entender el sector, lo que tiene sentido. La llegada de las nuevas tecnologías afectó en primer lugar los rodajes de las películas. Hoy, siguen teniendo una excelente calidad cinematográfica con aparatos más baratos y más pequeños, lo que modifica proporcionalmente a el costo de producción. Ya no se necesita tanto personal técnico para mover o montar un set, se puede tener menos control en las localizaciones o acceder a otras más cómodas y más baratas, se puede contratar menos transporte y así sucesivamente.

En segundo lugar ocurrió una democratización de la profesión. Con la cámara Canon, Epic, GoPro cualquier persona tiene acceso a rodar y hacer cosas que antes eran francamente difíciles de acceder. Y finalmente, acortó los tiempos de producción aumentando la productividad y abaratando costes. Lo que antes podía costar entre 2 y 4 años (o más) para levantar un largometraje hoy te encuentras con videos-teaser que se volvieron la propia película (Otel.lo) y así, y sin embargo, son estos últimos casos los que han llevado a muchos profesionales a confundir la oportunidad del low-cost por el todo low-cost. Lo de Otel.lo, por ejemplo, además de que era un experimento resultó un golpe de suerte.

Captura de pantalla 2015-01-17 a la(s) 13.20.13

Puede que ahora suene un poco feo lo que voy a decir, sin embargo estoy segura que más adelante lo entenderán.

La cinematografía, por más que uno se sienta Xavier Dolan o Rodrigo Cortés, que incluso ellos nunca estuvieron solos, es un arte colaborativo. Para rodar un plano se requiere de muchas personas y aunque el productor convenza a 30 personas para hacer la película sin cobrar, luego cobrarán o lo correcto sería cumplir el contrato (o palabra). Por tanto, se necesitan que al menos, pensando en una mano de obra muy, muy baja y sólo en gastos de personal, 4.500 personas paguen por ver esa película. Lo que automáticamente lo convierte en un arte de masas. No estoy entrando a valorar si el cine es industria o es cultura, para mi son las dos. Sin embargo, no podemos olvidar que sólo por pura responsabilidad debemos cumplir con nuestra primera obligación que es remunerar a quien ha trabajado en el proyecto, porque cine low cost no es equivalente a gratis.

Entonces, aquí viene lo realmente complicado. Como esos profesionales necesitan material para fabricar la obra, una escenografía para rodarla, un medio de transporte, alimentación y muchas horas de pre-producción, producción y post-producción, hace falta inversión. Un dinero que alguien pone (arriesga). Por tanto, para recuperar ese dinero, se necesitan que vayan al cine (o a donde se exhiba la película) pagando, alrededor de unas 80.000 personas y ahí es donde está el kit de la cuestión y de lo que principalmente el 90% de los profesionales del sector se olvidan.

Sí no tienes un presupuesto en P&A de al menos el 40% del presupuesto de la película, nadie la verá y perderás todo el dinero invertido

Recomiendo que se lean este artículo: «Los productores que no amaban la promoción«.

No es cuestión de si se quiere o no se quiere que la gente vaya a verla, es cuestión de que si se quiere que la película simplemente exista se necesita atraer a toda esa cantidad de personas a pagar por ella. Y eso, es sumamente complicado… De ahí que existan empresas especializadas que se dedican sólo eso, las distribuidoras.

Para mi es verdaderamente complicado hacer que todos mis amigos y familiares vengan a mi cumpleaños, a final vienen unos 10 de los 100 que invito (soy muy amigable, lo prometo). Por lo que es realmente complicado atraer a esa cantidad ingente de personas que no tienen un aprecio ni son amigos o familiares a pagar por una película. No es imposible, es extremadamente complicado, que es lo que quiero que se entienda.

Captura de pantalla 2015-01-17 a la(s) 13.21.22

Si habláramos de una película low-cost, por poner un ejemplo: una de 200.000€ se necesitarían alrededor de 25.000 personas, y aquí es donde aparece el pez que se muerde la cola, y sobre todo, más difícil de explicar sin que suene petulante.

Supongamos que efectivamente la película es una obra maestra [Estadísticamente está demostrado que sólo existe el 0,01% de que sea una obra maestra]. Que el director que está detrás es la nueva promesa del cine, que se ha unido con un productor junior estrella y ambos han logrado hacer su película por 200.000€.

Aún así, están en una situación complicada:

  • En primer lugar, tienen en mano lo que yo llamaría el producto con mayor riesgo de la historia porque ya se han gastado los 200.000€ pero no saben todavía si la película tendrá el look necesario para poder programarla en un cine o un festival. Las películas que abaratan costes en material, escenografía y actores por regla general (casi universal) suelen quedar fuera. Siempre hay un plano, una secuencia o una escena que no queda perfecta y esto, automáticamente, te deja fuera del circuito.
  • En segundo lugar, una deuda con 30 profesionales que han trabajado para ellos gratis, por lo que no tienen que recaudar 200.000€ solamente sino la suma de los sueldos de estas personas. Supongamos que existe un acuerdo con la crew de pagarles 500€ por la película. Es low-cost ¿no? No podemos apuntar a sueldos tan siquiera dignos. Pues tienes que sumar unos 15.000€ (sin impuestos, que suelen variar mucho según el país por lo que no los incluiré) más a esos 200.000€ = 215.000€ en total.
  • En tercer lugar, dentro de esos doscientos mil euros no está contemplado el P&A, el costo por cada copia de la película que se enviará a los cines o a los festivales, y la promoción y estrategia de ventas de la misma (suele rondar entre el 40% del costo de la película). Por tanto, tienen en mano una película sin ningún euro para poder venderla, ¿cómo van a hacer para llegar a esas 25.000?. Lo que suele pasar, llegados a este momento y por regla general, es que el director/productor va con la ‘lata’ (o sea, la película) debajo del brazo mendigando a distribuidores, agentes de venta o plataformas, para que se la pillen . Y, normalmente, suelen conseguir el 3% del total del costo de la película.

La única salvación que tiene esta película es que sea extraordinaria, algo fuera de lo ordinario, algo único e irrepetible, o sea, una oportunidad. Y ahí cobra sentido el término low-cost de lo contrario es incluso más arriesgado que una película de 1 millón de euros.

Me siento, además, con la responsabilidad de advertir que los números que expongo, están dispuestos de manera básica y sencilla para que todos lo entiendan. Estoy segura que el productor experimentado que empezó leyendo esto con nosotros ya no sigue leyendo porque sabe que la producción, el presupuesto de una película así como todo el seguimiento de la misma es profundamente más complicado de lo que aquí explico.

Finalmente me gustaría exponer mi preocupación y la razón principal de por qué hacer este post e inaugurar el blog con algo así.

El low-cost a veces nos hace confundir conceptos y realidades. Conozco muchas personas (pero muuuuuchas) que sienten que por poder rodar una película, con menos costes y en menor tiempo, todo el proceso natural de desarrollo de una película también lo pueden hacer en menor tiempo y sin prestar atención a los puntos verdaderamente importantes. No hacen bien la tarea, no hacen un buen desarrollo de guión. Es muy raro que en un colegio un niño salte de un año a otro. Aunque existen algunos casos la media tiene que ser realmente baja. Lo mismo pasa con el low-cost en general. Además de ser contados los casos de éxitos en un mercado mundial donde anualmente se producen miles de películas, no suelen hacer bien la tarea con el proceso de desarrollo de una película. El cual, por cierto, me toca de cerca porque es lo que más me apasiona como productora y el que siento que menos interés y recursos se le destina.

Como es bien conocida la frase “empiezan la casa por el tejado” y luego se les cae. En el mundo cinematográfico y sobre todo en el low-cost son más las películas que se construyen por el tejado que las que no, lo que da un resultado de más películas producidas que las exhibidas en un cine o un festival, un mal síntoma. Las grandes películas que han tenido éxito ha sido porque sus responsables han hecho la tarea extraordinariamente, y las películas low-cost que han tenido éxito han sido porque han hecho la tarea aún mejor. No sólo han tenido el talento para componerla sino que han tenido el ingenio y el agarre para producirla con menos recursos. No es más fácil hacer una película low-cost, a mi entender requieren de un doble trabajo y un ingenio único.

En conclusión,

– Sí es posible hacer un largometraje con un bajo presupuesto ¡Si se hace bien la tarea!
– No se le puede imponer una producción low-cost a un guión que no lo es, por tanto el todo low-cost no existe
– Los guionistas deben dejar de reescribir las escenas para hacerlas más baratas. ¡Están matando su guión y con él su película!

Hacer películas, para mi, es la profesión más bonita del mundo. Así que los creadores deberían destinar su tiempo a crear y no a pensar en números y los productores a buscar con mucho ingenio, sin saltarse la regla, cómo hacerlas. Al menos eso es lo que intentamos hacer todos los días en Filmarket Hub. Buscando que paso a paso se vaya cumpliendo el proceso de desarrollo y que sean más las películas que llegan a los cines que las que no.

A todos mis compañeros que están metidos en la onda del low-cost quiero que sepan que cuentan con nuestro apoyo y que para lo que necesiten os podemos ayudar, siempre y cuando este concepto no sea un condicionante para contar una buena historia.

Y sobre todo, nunca dejen de intentarlo…

¡Gracias por leer! 🙂 Si te gustó este artículo, pulsa el botón de “Me gusta” abajo para que wordpress se lo enseñe a más personas o compartelo en tus redes.

¿Te gustaría que te ayudara en algo? Dime hola en:

Instagram | Twitter | Facebook

Suscríbete en mi newsletter AQUÍ

4 Comentarios

Deja un comentario